Si con babas se pudiera pagar...
Bienvenidos a la playa de las envidias, el lugar donde los sueños –y los dineros– van al por mayor, donde algún día –cuando me vuelva millonario– fijaré mi residencia. Hasta entonces –y mientras no venda muchos más libros– mis tratos con el lugar
siguen siendo los mismos: los de un pobre y fiel transeúnte enamorado. Lo admito: con todas las babas que malgasté soñando con la casa que me construiría aquí, hubiese podido regar el jardín durante muchos veranos. Pero, mira, me conformo con que los propietarios del chalet me permitan pasar la tarde junto a su piscina cualquier día de estos, disfrutando del idilio entre la mar, la playa, los olivos y sus envidiables aposentos. Cambiando de tema, te voy a hablar del pasado, cuando aquí mismo se practicaba el arte de pesca de cerco nocturno a l’encesa (al candil). Esta modalidad consiste en atraer el pescado mediante una luz intensa (en sus inicios fue una hoguera encendida sobre el fester, una especie de cesto metálico que llevaban los barcos) hasta ser conducido hacia las redes, que eran arrastradas hasta la orilla de playas como esta, denominadas “reials” por sus muy valoradas características. Según cuenta la leyenda, hace mucho tiempo que un velero se incendió en mitad de la noche. Los pescadores que estaban cercando se aproximaron para salvar a los tripulantes y así fue como vieron que el barco estaba rodeado por anchoas y sardinas. Desde aquel entonces dedujeron que la luz atraía al pescado azul. ¡Qué ingenioso!
Descripción: Bonita playa arqueada, bien protegida y expuesta al sur, pero de grandes cantos aplanados y grava. Es muy buen fondeadero y un lugar precioso donde siempre suele haber alguna barca varada, pero para reposar las carnes no es muy cómoda.
Accesos: O caminando 500 m por un sendero costero desde las playas siguientes o tomando la pista de la que hablo en la Playa Cala Torta hasta llegar al final y bajar el último tramo caminando junto al chalet y el reguero.
Servicios: Ninguno.
