El paraíso de los aventureros.
Este salvaje rincón litoral hará las delicias de todos los navegantes, buceadores y exploradores. Tiene todo cuanto puedas soñar, pero solo si en tus sueños están los míticos naufragios, aventuras y desventuras de navíos como “La Gran Pelícana”.
Aquella nave holandesa cargada de monedas de plata que naufragó justo frente a la peña emergida –isla Galera– que verás delante de la cala, de la cual recibe el nombre. Por aquel entonces –corría el año 1654– este islote absolutamente descarnado y baldío era conocido vulgarmente como el Balandrau. A partir de aquel suceso pasó a conocerse como la Galera, quizás por su forma, que recuerda a la carena invertida de las galeras –aquellos barcos de guerra del Medievo impulsados a fuerza de los remos y, en ocasiones, por el viento–. Pero lo más fascinante de aquel acontecimiento fue, como verás, el ingenio derrochado para la recuperación del botín, una tarea muy disputada en aquellos tiempos convulsos, previos a la firma del Tratado de Paz de los Pirineos, cuando Cataluña sufría empobrecida por la guerra. La famosa Campana de Cadaqués fue la clave. Se trataba de un pesado reservorio de aire construido de metal y con forma de campana que se sumergía a cierta profundidad para que los buzos pudieran respirar sin tener que subir a la superficie. Los submarinistas han de saber que las caras sur, este y norte del islote esconden una muy buena muestra del fondo coralígeno del parque natural, y que a unos 100 m más hacia el norte se encuentra el pecio de un pesquero de arrastre sumergido a 40 m.
Descripción: Apenas son 10 o 15 m de grava emergida entre los acantilados, pero el lugar tiene mucho encanto. Sube por las escalinatas talladas en la roca y hacia el SE, entre la pineda, verás el refugio de pescadores. Para bucear y explorar no hay nada como la Illa del Marquès, separada de tierra por unos metros.
Accesos: Sigue los descritos en Playa de Cala Talabre y fíjate en la foto aérea.
Servicios: Que no te falte agua, etc.