La puerta de acceso a la Atlántida.
Si Dalí levantara la cabeza estaría orgulloso de ver como se ha devuelto la vida a sus magistrales escenarios. Quién lo viera ahí sentado, esbozando sobre el pilón de Cala Cullaró... teniendo al frente esta quimera de aguas turquesas y rocas fulgurantes.
Estas peñas, las que dicen ser las más antiguas de Cataluña, son también las más excéntricamente esculpidas por el efecto de los vientos y el paso de los siglos. Todo se debe contagiar, pues fueron, también, la fuente de inspiración de alguna de sus obras más extravagantes, como El Gran Masturbador, concluida en el año 1929, treinta y tres años antes de la construcción del Club Med.
Dalí pidió al arquitecto Pelayo Martínez –el encargado del diseño de esta “ciudad de vacaciones”– que no transgrediera el paisaje, y así se lo suplicó en varias cartas: «Esta parte comprendida entre el Camello y el Águila, que tú conoces y amas tanto como yo mismo, es y debe continuar siendo por siempre geología pura». Por aquel entonces no lo logró y la obra siguió adelante, pero puede que hoy vuelva a disfrutar paseándose por estos parajes recién recuperados. ¿No lo crees? Cada vez que vuelvo a darme un baño en estas aguas cristalinas teñidas del color de las turquesas vuelvo a sentir que el paraíso existe, aunque sea el de la cabeza de un artista tan extravagante. Ven un día de calma, cuando no bufe la tramontana, y entonces lo verás. Inspiración en estado puro. Naturismo no solo para naturalistas. Si te has de estrenar en esto de los baños de sol y ola en libertad, que sea aquí. Te enganchará.
Descripción: Playa hay poca, pues apenas suele haber unos 4 m2 de arena, pero te invito a que descubras los rincones que quedan ocultos entre las rocas, algunos solo para dos. Los fondos son de arena, deliciosos y muy buenos para fondear con poca eslora y sin mar formada. Está muy expuesta al norte.
Accesos: Sigue el mismo camino que para las dos calas anteriores y alcanzarás esta otra después de 1.800 m.
Servicios: Aquí son prescindibles.
