Mallorca. Cala Bóquer y la punta que quisieron dinamitar

Mallorca
Senderismo

Mis queridos playólogos, hoy os invito a explorar una cala salvaje y virgen como pocas y, sobre todo, con muchísima historia que contar. Pero antes de nada voy a advertiros de que hoy toca caminar. Sí, sí: unos 2.200 m. Una excursión de poco más de media hora. Pero tranquilos, que es un paseo y os resultará una excursión la mar de placentera. Cala Bóquer es esa famosa calita a la que se llega caminando desde las afueras del Port de Pollença. Apostada a los pies de la Serra del Cavall Bernat, la humilde playita de grava de cala Bóquer es lo de menos ante la rotundidad del paisaje. Tanto el valle que conduce hasta la cala como esa impresionante y escarpada cola de saurio rocosa esconden secretos e historias sorprendentes que merece la pena conocer antes de darse el chapuzón. Los parajes por los que se pasa son indescriptibles, y además están repletos de historias que contar, como la voladura de Punta Troneta. Una de las ocurrencias del régimen que de poco o nada sirvió para su cometido original: el de "cambiar el clima de la región".

Punta Troneta

Punta Troneta (o lo que queda de ella) con el famoso mirador de El Colomer a los pies de la imagen aérea. © El Playólogo/Maremecum

Conozcamos primero cómo es el paseo por la vall de Boochoris:


La ruta hacia Cala Bóquer discurre por la vall de Boochoris, un precioso lugar de la Serra de Tramontana cuya belleza ya describió Plinio en su Historia Natural hace 2000 años. Se comienza a caminar desde el Port de Pollença, siguiendo la carretera hacia Formentor hasta coger una pista bordeada de pinos que veremos en la segunda rotonda de la avenida Boccoris, que es la entrada a la “Possessió de Bóquer”. Debemos tener en cuenta que vamos a caminar por una finca privada y hay que ser corteses en todo momento.
Una vez allí, cruzando una barrera de hierro y tras pasar entre dos grandes rocas ya podremos descubrir la joya arqueológica de la zona, un conjunto de edificaciones naviformes que forman parte del originario poblado talayótico de Boccoris, que tiene más de 3.000 años de antigüedad (más incluso que Pollentia) y que con el paso del tiempo llegó a ser una de las pocas ciudades federadas de Roma, lo que da fe de su gran importancia.

Cala Bóquer

Al final de la ruta está la playa de cala Bóquer, de grava y cantos rodados, totalmente asilvestrada, lo cual (como se puede observar en la imagen) no equivale a decir que esté solitaria... © El Playólogo/Maremecum

Este yacimiento arqueológico lleva estudiándose muy pocos años, pero suficientes para descubrir infinidad de restos de cerámica, los talaiots, una muralla y, lo más importante, dos ejemplares de tábula patronatus, que es algo así como una piedra plana con gravados que hacía las veces de contrato entre los romanos y los ciudadanos de Boccoris. Si queremos saber más acerca de los hallazgos podemos acercarnos hasta el museo de Pollença, donde se encuentran expuestas estas tábulas.

Cala Bóquer

En cala Bóquer aún perduran los restos de antiguos chamizos empleados por los pescadores para refugiar sus barcas y sus enseres. © El Playólogo/Maremecum

Además de estos restos históricos también se puede ver un horno de cal que estuvo activo hasta 1935. Estos hornos de cal se usaban para extraer la cal viva de las rocas calizas. Lo que se hacía era introducir las rocas dentro del horno y calentarlas hasta que se produjera la reacción, a unos 900 ºc. Para ello había que mantener las rocas a esa temperatura durante 10 o 12 días a base de quemar leña. La cal viva se hidrataba para formar hidróxido cálcico que no es ni más ni menos que la lechada de cal con la que se encalaban antiguamente las casas. También se usaba como elemento cohesivo de la argamasa, pero lo más importante era que se usaba para desinfectar, tanto las viñas que se salpicaban con ella como las piaras de cerdos, etc. Ya sabéis que los cadáveres que pudieran estar infectados se enterraban también entre cal viva para evitar las epidemias. Podemos afirmar que la cal era como la lejía de las casas de antaño, donde siempre había una tinaja llena de cal para lo que pudiera hacer falta.
Otra curiosidad del lugar es la sima de La Punta, que tiene más de 18 m de caída vertical al fondo de la cual se encontraron los restos de una cincuentena de cadáveres de edad talayótica, algunos dentro de restos tauromorfos.

Cala Bóquer

Imagen aérea de la punta Troneta y el valle de Bóquer, con la ruta indicada en puntos de color amarillo (tramo que discurre por una pista), naranja (tramo que discurre por sendero) y rojo (tramo en el que hay que emplear las manos para progresar, así como material de escalada). De A a B hay 2,2 km, y de B a C, 1 km. © El Playólogo/Maremecum

La famosa voladura de Punta Troneta:

¿A que no sabíais que quisieron dinamitarla en 1949? Emplearon 20 obreros durante meses de trabajo, 40 toneladas de pólvora y 8.000 sacos de arena antes de retrasmitir la voladura por la televisión de la Falange. Por cierto, si buscais en internet No-Do Punta Troneta podréis ver el sorprendente video de la voladura. Con esta actuación los ingenieros al servicio del régimen franquista pretendían destruir nada más y nada menos que 66.000 metros cúbicos de piedra para dejar libre el paso de las olas y minimizar el spray salino que dañaba los cultivos, y, ya de paso, montar una buena operación de propaganda para el régimen.
La llamaban Punta Troneta (o Punta Salada) precisamente por el fragor de las olas al estrellarse contra la roca, y por la salinidad de este accidente geográfico. El resuello del mar debía ser atronador, y las gotitas que se dispersaban en el aire, arrastradas tierra adentro hasta los fértiles valles de Pollença y Sa Pobla, las culpables de las malas cosechas... según la Falange.
En fin... que al final del video vais a poder ver que la pólvora solo se llevó por delante un pedacito de la punta y que, como es de suponer, de nada sirvió para cambiar las condiciones climáticas de la zona.

Lo que más aprovechan hoy en día los excursionistas es precisamente la vía ferrata que dejaron los operarios para poder acceder a los puntos de la voladura, que aún se conserva en relativo buen estado para poder acceder hasta la que llaman Cueva del Aragonés.
Y una advertencia: el sendero rocoso que va por la ladera hasta la punta es relativamente sencillo, pero la via ferrata es ya para profesionales y hay que ir equipado con material de escalada. Tened mucho cuidado ahí.