Siete calas con escanto en la bahía de Palma

Mallorca
PLAYAS

Cuando llega el verano y las carreteras de Mallorca están atiborradas de coches lo que menos apetece es hacer kilómetros. Por eso he pensado que como muchos de vosotros estáis alojados o vivís en Palma sería muy buena idea escogeros las siete calas con más encanto de la bahía, evitando los arenales más populares y sus masificaciones. Pues aquí las tenéis: ¡una para cada día de la semana! Para gozar del mar más tranquilos y sin coger el coche, pues a todas se puede llegar caminando, en bici o en autobús urbano.

Entre estas siete playas y calas hay casi para todos los gustos: para familias, para parejas y para nudistas. No hay ninguna recomendada para senderistas (lo cual quiere decir que no tendrás que sudar demasiado para hacerla tuya) ni para urbanitas, aunque lo que sí tienen en común todas ellas es su especial encanto y que puedes llegar hasta ellas en transporte público. No te esperes grandes playones, porque a veces son tan solo un puñadito de arena gruesa desde la que observar a distancia a los bulliciosos bañistas de sus vecinas más populares y democráticas. Son calitas humildes, pero con mucho encanto. Espero que te gusten tanto como a mi. Te las he escogido con mucho cariño ;-)

Cala Falcó, la cala del chiringuito de los faraones.

BUS: Línea 107, parada Hotel Cala Vinyes.

El otro día un buen amigo me explicaba que para él una playa sin chiringuito no era una playa. Que un chapuzón tenía que estar maridado, primero, con un Martini y su aceitunita, y después con un pescadito a la plancha degustado al borde del mar. Tengo que admitir que tenía buena parte de razón… pero lo que más me conquistó fue lo de acabar el ágape sesteando bajo una de esas sombrillas con aspecto tropical. ¡Qué caray! Estamos de vacaciones, ¿verdad?, pues hoy nos dejamos el Tupper en casa, que vamos a Cala Falcó, la cala de las escaleras faraónicas y el chiringuito de las sombrillas tropicales.

Los que se dejan ver por aquí son en su mayoría gente joven, visitantes asiduos que repiten cada año y que vienen por su ambiente peculiar, lejano a los estereotipos propios de zonas masificadas. No te extrañe que al ocaso la playa se transforme en una fiesta al aire libre; la inmensa bóveda celeste se viste de luto alumbrada por la Luna y las estrellas y entonces, mientras suena la música y la cálida brisa marina te sobrecoge, enfunda y acaricia, el alma pierde el sentido y se desatan las pasiones [...]. Hay quién dice que en este escenario surgieron numerosos amoríos, algunos de los cuales llegaron a ser portada de las revistas del corazón. Así que ojo con los paparazzis, y, sobre todo, escoge bien tu pareja, que por estos lugares Cupido se muestra incansable y no duda en flechar a todo aquel que se le antoje.

Cala Falcó

Cala Falcó. © El Playólogo/Maremecum.

Bella Dona, para tomar el sol como Dios nos trajo al mundo.

BUS: Línea 107, parada Urb. Sol de Mallorca.

Cuando la descubras verás como la cala de la Bella Dona hace justicia a su nombre, y no tanto por las “donas”, sino por lo bella que la verás oculta entre los pinos, medio perdida, desnuda de caprichos turísticos y tendida bajo el sol mediterráneo como Dios la trajo al mundo. Es el rinconcito que estabas buscando para tomar el sol con la suficiente intimidad como para disfrutar de la naturaleza sin complemento alguno. En pelota picada, vamos. Ya sabes que en Mallorca la práctica del nudismo está permitida legalmente y que además está bien vista, pero hay lugares como este donde uno puede estar con el culo al aire mucho más tranquilo que en otras como la del Mago que, aunque está declarada nudista “oficialmente”, a mí, personalmente, me agobia un poco por estar siempre abarrotadísima (si te descuidas, lo mismo se te sientan encima). También es perfecta para bucear sobre las praderas de posidonia que hay junto a las rocas. Ya te habrás dado cuenta que es una de las zonas del litoral de este municipio que menos ha sufrido el ataque del urbanismo desmedido. Las mansiones que ocupan la lujosa Urbanización Sol de Mallorca y el Casino de Mallorca son todo (que no es poco) cuanto veras construido por aquí. Aunque siguen empeñados en construir y modificar terrenos de la costa que son de dominio público con escaleras, soláriums, etc., no es comparable con el barullo urbano de Magaluf y Palmanova.

Cala Bella Dona

Bella Dona. © El Playólogo/Maremecum.

Punta Portals, cada vez más guapa.

BUS: Líneas 107, 106, 104 y A11. Parada Marineland.

¿Os gusta esta playita? Pues a mí también, especialmente para venir con los peques huyendo de las playas repletas de turistas y pasar así el día tranquilo y sin agobios. Tiene la suerte de que pasa más desapercibida y suele estar más tranquila que playas tan multitudinarias como su vecina, la de Oratori de Portals. Aunque recuerdo que hace no muchos años no tenía servicio alguno y aún era mucho más tranquila que hoy, a pesar de que se oye desde la misma arena los espectáculos de Marineland. Los usuarios suelen ser vecinos de la zona y puede que la mayoría sean del tremendo bloque de apartamentos que se asoma frente a este exclusivo escaparate. Menudas vistas y entretenimiento tendrán los inquilinos cada vez que amarre alguno de esos “pijoyates”, los de los jeques multimillonarios. Un buen plan para después de la playa es darse un paseo por Puerto Portals, para babear con tantísimo lujo y derroche. O acercarse al Mood, el Beach Club de más caché de la zona a tomarse una copa a todo trapo.

Punta Portals

Punta Portals. © El Playólogo/Maremecum.

Punta Negra, las calas que nos quisieron arrebatar.

BUS: Líneas 107 106 104 y A11. Parada H. Punta Negra.

Punta Negra es una pequeña península que tiene la suerte de contar con dos calitas que son un auténtico capricho de la naturaleza, y la desgracia –también hay que decirlo– de estar totalmente asediadas por las instalaciones de un hotel que dificulta muchísimo el acceso. Cuando se construyó –acaparando toda la península– se ideó la forma de complicar la entrada por tierra lo máximo posible, todo con el objetivo de espantar al resto de bañistas. De aquellos tiempos aún conserva una vetusta verja de hierro que cortaba el paso por el acantilado, lo cual equivalía a “garantizar” la exclusividad de uso a sus clientes, fomentando el concepto de “playa privada” que tanto vende. Los años pasan y aunque ahora la verja está abierta y nadie te impide cruzar, la realidad es que pocos son los que disfrutan estas dos preciosas calas (salvo los huéspedes, evidentemente, que están encantados con “sus” playas). Aquí la gente no viene tanto por mero desconocimiento como por lo complicado del acceso. Y peor te lo ponen si vas con niños, con una sillita, etc., porque hay que avanzar por la orilla del mar por un sendero estrecho y un poco desaliñado.

Punta Negra

Punta Negra. © El Playólogo/Maremecum.

Cala Xinxell, para observar el mundo desde la distancia.

BUS: Línea 3 Parada Illetes.

Si eres habitual de las playas de Illetas y Es Fortí pero lo que no te agrada es la masificación del verano, estoy seguro que te va a enamorar Cala Xinxell, sobre todo si no necesitas demasiados lujos para gozar del Mediterráneo a tu manera. Es mi escondite preferido para escapar del jaleo. Para evitar las masas. Y poco (o nada) me importa que no tenga ni arena fina ni hamacas y sombrillas de alquiler, que a mí con poder estar junto al mar sin tantísima gente a mi alrededor ya me sirve para elevarme hasta el cielo. Porque el verdadero lujo está en los pequeños detalles, y esas cotas tan altas de satisfacción y alegría espiritual se alcanzan cuando te das cuenta de que no hace falta demasiado para sentirse rico y dichoso. Por ejemplo, yo cuando estoy aquí tumbado bajo estos pinos, con mi esterilla del Carrefour y la neverita portátil, sin falta de chiringuito ni hamaca alguna de alquiler, no echo en falta nada más que tiempo para seguir gozando indefinidamente, eternamente. Esta es la filosofía del disfrutón, y esta la lente con la que vemos las cosas: el agua es cristalina y los barcos levitan sobre el mar, el cielo es azul intenso y las nubes blancas y esponjosas, nadie se pelea a mi lado por acaparar sitio entre las hamacas de alquiler y encontré un lugar para aparcar gratis. Así que, ¿qué más se puede desear si ya lo tengo todo? Y luego están los jardines del exclusivo residencial The Anchorage (a 2 m de aquí), que aunque sea privado no puede quitarnos el derecho de pasear por sus senderos divinos, construidos junto al mar con una gracia inigualable (aunque en terreno de dominio público, eso sí). Aquí uno se siente propietario sin tener un euro, y más rico que los ricos, solo por vivir. ¡Salud, my friend!

Cala Xinxell

Cala Xinxell. © El Playólogo/Maremecum.

Cala Nova, una calita de arena entre los edificios para gozar nadando.

BUS: Líneas 107 y 104. Parada Club Nàutic Cala Nova.

Donde y cuando menos te lo esperas va y aparece otra calita de arena que nada sabe de las aglomeraciones del turismo de masas. Son esos rincones que pocos conocemos pero que llevan disfrutando en secreto y desde hace muchos años algunas familias de Palma. Pero no creas... que no son tantos. Pues hasta no hace mucho no existía playa alguna. Ya lo ves, cuando lo normal es que desaparezcan las playas por la edificación descontrolada aquí resulta que ocurre lo contrario: aprovechando la protección que brinda el espigón del puerto de Calanova se dio vida a esta pequeña playa gracias a las manos del hombre. Vertieron arena y le dieron vida. Y ya que estamos justo al lado de la famosísima escuela de vela de Calanova, sede de la Escuela Nacional de Vela (auténtica cantera de regatistas), me vas a permitir que te haga una recomendación: ¿qué te parecería hacer un cursillo de iniciación a la vela con los niños? Pueden empezar a navegar desde los siete años, la mejor edad para comenzar a disfrutar y conocer el mar. Los cursos se dan en un escenario inmejorable, como es la bahía de Palma, y con una serie de infraestructuras que aseguran la comodidad de todos los alumnos, desde los mayores a los más pequeños. Escucha, estoy pensando que... ¡por qué no te apuntas tú también! Porque te puedo asegurar que de todos los placeres que hay en la vida, que no son pocos, el de la navegación a vela se encuentra entre mis preferidos. No es solo navegar, es viajar, vivir y sentir que estás aprovechando hasta el último de tus días. Y ello con la conciencia bien tranquila por saber que tu placer apenas implica daño medioambiental, pues solo el viento empuja tu camino sin agredir a la madre naturaleza.

Calanova

Calanova. © El Playólogo/Maremecum.

Caló Fort, el rinconcito familiar para gozar con los peques.

BUS: Línea 23 Parada Vía Augusta 11 (Bellavista).

Tan desconocida es esta calita que por no saber no se sabe ni el nombre: unos la llaman caló Fort, otros caló d’Es Mercadal y otros caló Groc de Ses Puntes. Por eso yo, como solución particular, le acabé poniendo un nombre que resultara más descriptivo y fácil de recordar... Y la bauticé como la calita de Bob Esponja. Sí, sí, como lo habéis oído. Y todo porque cada vez que voy me encuentro a todas las familias de la cercana Urbanización Cala Blava y Bellavista disfrutando del mar con sus niños. Y no me extraña... es tanta la tranquilidad del sitio, con unas aguas tan calmas y cálidas, que no me sorprende que haya tantos críos jugando en el agua y en la arena con los hinchables y juguetes del famoso muñequito con forma de esponja, la estrella televisiva de los más pequeños. Y todo a pesar de que haya que bajar tantas escaleras con los bártulos para llegar hasta la playa, que se encuentra encajada entre acantilados donde se encaraman las casitas de veraneo, que, afortunadamente, son mayoría frente a horrendos bloques de apartamentos como el edificio Santa Rosa, situado hacia la izquierda. En fin, que no todo iba a ser perfecto en estos mundos de Dios...

Caló Fort

Caló Fort. © El Playólogo/Maremecum.

Caló de ses Lleonardes: las mejores vistas de la bahía de Palma.

BUS: Línea 23 Parada Vía Augusta 11 (Bellavista).

Hay un rincón al otro lado de la bahía de Palma –desde donde no se oye ni el tráfico ni el gentío– que lo tiene todo para ti. Las mejores vistas de Palma, las más bellas puestas de sol y unas aguas cristalinas que invitan al baño como ningún otro. Y lo mejor de todo es que no tiene nada, nada que ver con su vecina playa del Arenal: ni hamacas, ni sombrillas, ni pieles sonrojadas, ni fast food... Porque aquí todo va despacio, muuuy despaaacio... como las velas que surcan el horizonte y los vecinos que van llegando, a cuenta gotas, hasta esta pequeña cala. Espera hasta el final del día y verás que maravillosa puesta de sol… Aquí se puede escapar del mundo pero estando a tan solo dos pasos del núcleo. Acabáis de dar con ese rinconcito soñado, el lugar que estabais buscando para disfrutar del sol y del Mediterráneo sin mayor necesidad que vuestra cesta de picnic, las toallas y una buena compañía, como la del arrullo de las olas. El mar llega hasta la orilla con toda la parsimonia que puedas imaginar y acaricia los pies al mismo tiempo en que se observa como telón de fondo la bahía de Palma en toda su magnitud. ¿Y qué más se podría pedir? Pues poca gente, y la que haya que apenas se deje notar. Y la calita que sea como de bolsillo, de tamaño “mini”, que con poco ya vale; pero con el sustrato justo para extender la toalla. Seguro que también desearéis que el agua, cristalina, lamiera las rocas con suavidad y dulzura... que de mares embravecidos ya está uno harto. ¡Pues dicho y hecho! Y, ya de paso, una escalera cómoda en el sitio exacto para convertir la cala en una piscina natural, que estaréis deseando bucear y disfrutar de estos fondos marinos repletos de vida. Y, para rematar, que lo que haya construido no dañe la vista, que no afee el entorno, que ya tendréis aborrecido tanto hormigón. Eso es lo que queríais, ¿verdad?. Pues lo habéis encontrado. ¡Bienvenidos al Caló de Ses Lleonardes, vuestro pequeño y particular paraíso!

Caló de ses Lleonardes

Caló de ses Lleonardes. © El Playólogo/Maremecum.