Mis rincones favoritos del litoral de Mallorca. Parte II

Mallorca
PLAYAS

Si alguien tuviese la amabilidad de preguntarme sobre cuales son los lugares que más me han sorprendido del litoral de Mallorca les diría, sin dudarlo que estos. Esta es la segunda y última parte de los dos artículos que te recomiendo que leas con suma atención, especialmente si eres de los que, como yo, busca lugares únicos y sorprendentes, aptos solo para los más respetuosos admiradores de Sa Roqueta.

 

s'Estalellla

| Punta Plana y s'Estalella. © El Playólogo/Maremecum


S’Estalella, uno de los rincones marineros más fotogénicos del sur de Mallorca

S’Estalella es un lugar excepcional ya no solo por las vistas de Cabrera y la excursión que puedes disfrutar por sus alrededores, sino por la fotogenia del patrimonio etnográfico y las texturas de sus antiguas dunas fósiles. Hay canteras de marés, una torre de defensa, un faro, cuevas, fósiles de bivalvos, un muelle, varaderos, curiosos ingenios para botar las barcas (xingres) y varias casitas de pescadores rehabilitadas como agroturismo. Así que aquí te puedes pasar el día componiendo imágenes difíciles de olvidar.

El poblado de pescadores de s'Estalella constituye el núcleo más antiguo de S'Estanyol, un rincón de la costa este mallorquina que actuaba de puerto natural. Sus orígenes se remontan al año 1577, cuando se construyó la torre de s'Estalella, una de las míticas atalayas edificadas para prevenir la llegada de los piratas. En aquellos tiempos ya se debieron instalar en este lugar los torreros y algunos pescadores, aunque no fue hasta el siglo XIX cuando se construyeron las barracas que todavía se conservan aquí junto con tres varaderos, el muelle y varios ingenios para arrastrar las barcas fuera del mar.

 

s'Estalella

| Varaderos y xingres de s'Estalella. © El Playólogo/Maremecum.


Los primeros habitantes de estas construcciones debieron ser pescadores, aunque también debieron hacer de aparceros, y más tarde de contrabandistas (hubo tiempos en que se traficaba con tabaco, café, alcohol, medicinas e incluso máquinas de escribir y otros lujos censurables). También vivían de intercambiar el pescado o la sal que las mujeres recogían cerca del mar por productos de primera necesidad como trigo, carne, frutas, etc. con los amos de las posesiones de los alrededores. En las cercanías se pueden encontrar también varios restos de antiguas canteras de piedra marès de donde pudo haberse extraído el material para su construcción, así como una cueva justo bajo la Torre de s’Estalella.

Las rocas de s’Estalella son antiguas dunas fósiles del pleistoceno muy fotogénicas, con una estratificación perfectamente visible, que junto con la silueta de Cabrera en el horizonte componen imágenes muy bonitas. Así que ya sabéis: llevaros la cámara. Y mejor si vais un día al amanecer.

Tengo este rincón de Mallorca gravado en mi retina ya no solo por su belleza y tranquilidad, ajena al circuito más habitual entre de los turistas, sino porque aquí fue donde se me fue al agua el primero de mis drones. La broma fue costosa, claro que sí, pero peor fue tener que esperar semanas hasta la llegada del reemplazo mientras veías pasar los días con la mejor luz del año. Durante ese tiempo aproveché para recorrer palmo a palmo cada uno de estos rincones y para conocer muchos de sus secretos. Y me enamoró. Es lo que tiene vivir sin prisas... que te permite profundizar en lo que de verdad importa. Y así es como descubres –charlando con la gente– que justo aquí se intentó construir un puerto de gran calado para abastecer a una central térmica. El clamor popular y las protestas ecologistas evitaron el desastre.

 

Racó de s'Arena

| El Racó de s'Arena es una playita que se forma al pie de las dunas fósiles de s'Estalella. © El Playólogo/Maremecum.

 

Cala Beltrán, el pequeño fiordo desconocido

Todo el mundo debiera conocer cala Pi, ya que la imagen de esta cala tan famosa ha sido usada desde siempre como reclamo en los folletos turísticos, pero lo que casi nadie sabe es que a unos mil metros de esta playa tan popular hay una calita diminuta, preciosa y totalmente salvaje. Se llama Cala Beltrán y es perfecta para caminar, descubrirla, explorar, nadar y bucear, pero para tomar el sol nada de nada, porque está repleta de grandes rocas poco cómodas para la espalda. A mi me gusta ir a visitarla siempre que voy a cala Pi y comienzo a aburrirme de tanto estar panza arriba y panza abajo tomando el sol. Así que dejo la toalla y me voy a dar el paseíto, porque desde cala Pi hasta cala Beltrán son solo mil metros. Antes de empezar a trepar por las escaleras talladas en la roca de los muros de la orilla oeste fíjate en todos esos covachos... ¿Sabías que se usaron antiguamente para esconder el contrabando? Se mercadeaba con tabaco y se escondían por aquí antes de darles salida por tierra. Cala Pi era muy buen sitio para desembarcar y no ser vistos, pero cuando soplaba el migjorn hacían el desembarco en cala Beltrán, que está más protegida, y volvían por los senderos, entre los pinos, junto al acantilado, amparados por la oscuridad y el buen conocimiento de todos los vericuetos. Así que cala Beltrán puede considerarse también un buen escondrijo para los contrabandistas, además de una bonita excursión para toda la familia.
Hay veces que llegas y está llena de restos que arrastra el mar, incluso medusas, etc.; pero otras veces llegas y está preciosa, limpia y tranquila, perfecta para saltar al agua y bucear. ¡Me encanta! Me recuerda a un río de montaña encajado entre las rocas, a un diminuto fiordo serpenteante y de aguas esmeralda. Es un rincón que siempre me gusta enseñar a mis amigos, pero no a cualquiera, sino a los más andarines. ¿Te apetece?

 

Cala Beltrán

| Cala Beltrán y su pequeño fiordo que tanto recuerda a los ríos de montaña. © El Playólogo/Maremecum.

 

Cala Mitjana, el jardín del Edén más elegante y bien amueblado

Cala Mitjana –la playa de la finca de los Fierro– es una porción de arena emergida tan bien decorada y amueblada, con una casita de veraneo al pie del agua tan adorable, que si pudiera fijaría en ella mi residencia de por vida. Aquella cala “privada” –donde solo eran bienvenidos los invitados de esta acaudalada familia– ya no es lo que era. Ahora puedes llegar caminado sin jugarte el tipo, sin sudar la gota gorda y sin una mala cara gracias al sendero que ellos mismos abrieron. Pero que la playa sea de todos no quita que dejemos de ser corteses y respetuosos, como si nosotros también fuéramos los propietarios de este maravilloso jardín del Edén que todo lo envuelve y acaricia.

Recuerdo perfectamente la primera vez que descubrí esta cala. Llegué navegando, entraba poco a poco porque sabía que era estrecha y podía estar llena de barcos fondeados. Ya en la entrada me llamaron la atención los mástiles y las banderas izadas. Parecía como si fuera a entrar a un pequeño club náutico privado. Y según voy entrando voy descubriendo un elegante muelle con un embarcadero y un “garaje” para barquitas. Los jardines que llegan hasta el agua con un césped perfectamente mantenido dan luminosidad al entorno. Pero luego está lo mejor: “la casa de los martinis”. Una deliciosa casita de veraneo para invitados construida justo al borde del mar en aquellos tiempos donde se podía todo. Y tanto se podía (los que podían) que por poder se podía hasta poner una enorme cadena a la entrada para impedir el paso de los barcos que no eran bienvenidos. ¿Te acuerdas de los mástiles que te comentaba? Pues por aquellos tiempos ondeaban tres o cuatro banderas, la de España, la de Mallorca, la de la familia y, por último, la de los invitados, que seguro que también tenían su propia bandera.

 

Cala Mitjana

| Cala Mitjana. © El Playólogo/Maremecum.

 

Cala Varques, un parque temático para escaladores

Cala Varques es famosa internacionalmente entre los escaladores, especialmente entre los aficionados al psicobloc, una disciplina que consiste en trepar por los acantilados sin cuerdas ni arnés, con el mar como único “colchón” en caso de fortuita caída. Durante todo el verano es habitual encontrar escaladores de todas partes del mundo acampados aquí y trepando en los acantilados, porque Cala Barques se ha convertido en un campamento hippy. Me comentaba el tristemente fallecido Miquel Riera, un virtuoso escalador, además del inventor del término de psicobloc, que Cala Barques es lo que fue el legendario Camp-4 de Yosemite de los años setenta. ¡Lo llaman El Beach-4! Los acantilados de la orilla norte del Caló Blanc son uno de los sitios más populares.

Este tramo de costa es un claro ejemplo de cómo se produjo el levantamiento litostático y la consiguiente bajada del nivel del mar durante las últimas glaciaciones en la isla de Mallorca. El origen de estas calas está ligado a la presencia de torrenteras que erosionaban y labraban la roca en forma de cañón tanto más cuanto más bajaba el nivel del mar debido a la acumulación del agua en los casquetes polares. Cuando se produce el efecto contrario, el de trasgresión, y el nivel del mar asciende el agua penetra tierra adentro, erosionando aún más,  y favoreciendo la formación de estos pequeños microfiordos que tenemos en la costa este de Mallorca.

 

Cala Varques

| Puente natural de es Caló Blanc y, al fondo, cala Varques. Es es Caló Blanc se encuentra una de las vías de psicobloc más populares de la zona.


Caló d’en Rafalino, la playa misteriosa

Hoy te voy a recomendar una auténtica joyita perfecta para ir en pareja y tomar el sol como Dios te trajo al mundo. ¿Qué te parece?
Es uno de mis mayores secretos. Un lugar delicioso, muy tranquilo y suficientemente apartado para rozar el cielo con la yema de los dedos. Te lo prometo. Se llama el Caló d’en Rafalino y está a tan solo unos 4 km de Porto Cristo.
Imagínate. Llegas, aparcas, caminas doscientos metros por un sendero al borde del mar y ya estás ahí, en mitad de la nada. Entonces solo vas a tener el mediterráneo frente a ti, detrás la típica floresta insular y bajo tus pies la arena más fina y blanca que hayas podido imaginar. Y no te digo ya si vas un día que no sople el llevant, entonces sí que vas a saber lo que es estar en el cielo viendo el agua cristalina, teñida de turquesas y oro. Entonces ponte las gafas de buceo, que es el único accesorio que te va a hacer falta, y sumérgete. Deja que el agua acaricie todo tu cuerpo y seguro que te olvidas de la crisis, del paro y hasta de la hipoteca. Porque, te voy as decir una cosa, no hay vacaciones más baratas que las de irse a la playa con el bocata y la botella de agua. Y otra más. Que igual llegas y te llevas el chasco de tu vida, porque lo mismo no hay arena. El caló d’en Rafalino es una auténtica sorpresa, porque puedes llegar y verla como está en la foto o no haber absolutamente nada de arena. La culpa es de las corrientes submarinas y el oleaje de las tormentas.

 

Caló de n'Rafalino

| Este es el Caló d'en Rafalino cuando existe, porque cuando no solo es un roquedal sin apenas atractivo. © El Playólogo/Maremecum


Cala Tuent, la cala más alpina de Mallorca

Cala Tuent es uno de mis paisajes preferidos, el lugar donde la vista adquiere alas y vuela sobre un paraje que aplana porque no deja nada que imaginar ni que desear, pues todo cuanto se pueda soñar ya lo creó la naturaleza. Este es el escenario donde siempre me siento dichoso; dichoso por poder estar aquí para ver, oír y sentir; dichoso por conservar tan buenos ojos para disfrutarlo.

Jamás olvidaré el día en que justo cuando me hallaba absorto con tantísima belleza pasó a mi lado un pagès al que no dudé en hacerle saber lo hermoso que me parecía el paraje. Su contestación me demostró una indiferencia propia del que ya se ha empachado de tanta hermosura. Por eso llegué a la conclusión de que, como todo en esta vida, no son buenos los excesos, y que cuando uno se acostumbra a vivir bajo el imperio de la sensación al final siempre llega el decaimiento. De ahí extraje, precisamente, la explicación que justifica el vacío de todas aquellas personas multimillonarias que llegué a conocer en mi vida. Cuando lo tienes todo ya nada tienes por lo que soñar. Y si todos los días brillara el sol ya nunca volverías a desear que saliera de entre las nubes.

Recomendada para senderistas, pero también para viajeros de espíritu y mente inquieta.
Quizás sea la cala más alpina de Mallorca a la vez que la de mejor acceso, ya que se puede llegar en coche fácilmente. No hay servicios, pero si un agua de colores excepcionales perfecta para el buceo. Lo que si tienes es un restaurante, es Vergeret.

En esta cala fue abatida a tiros por la Guardia Civil la última foca monje (Vellmari) de la isla. Corría el año 1958 y por aquel entonces este mamífero marino era considerado como una mala bestia, ya que hacía la competencia a los pescadores al rasgarles las redes y comer las capturas que quedaban prendadas en ellas. Antes de extinguirse del todo en la isla llegaron a vivir incluso hasta en las proximidades de Palma, donde habitaban en una modesta cueva, en el Carnatge del Coll d’en Rebassa.
Aunque inicialmente vivían en las playas tuvieron que acabar escondiéndose en las cuevas submarinas, algunas de las cuales tenían una entrada sumergida al final de la cual solía haber una reserva de aire donde criaban y vivían a oscuras, como cavernícolas. Todo con tal de huir de los humanos, que las atacaban a tiros, con cargas de dinamita, etc. A pesar de sus intentos por sobrevivir se extinguieron y no han vuelto a verse hasta el año 2008. Hoy en día, en España ya es muy difícil avistar algún ejemplar. El último y más famoso fue un macho llamado Peluso, que vivía en las islas Chafarinas, situadas en la costa norte de Marruecos, por lo que se le considera una de las especies más raras de la fauna ibérica. Sin embargo, el 17 de junio de 2008 apareció la noticia de que un ejemplar de la especie había sido fotografiado por un submarinista en la reserva marina de Isla del Toro (Calvià, Mallorca). La Consejería de Medio Ambiente certificó el avistamiento y constató que se habían dado otros cuatro avistamientos en la misma zona. Después de aquel día no se volvió a ver ninguna foca monje más…
Un recomendación: en los días de verano la mítica carretera a Sa Calobra se vuelve un guirigay y no dejan de pasar cientos de autocares. El ruido se hace dueño de todo. Pero si esperas al final del día, a eso de las 9 de la noche, cuando el sol desaparezca tras el horizonte y casi todos los turistas ya estén de vuelta en sus hoteles disfrutando de los bufetts, párate justo tras el nus de Sa Corbata. Entonces apaga el contacto y escucha el silencio. Experimentarás la otra Mallorca.

 

Cala Tuent

| Cala Tuent al pie del Morro de sa Corda, en el corazón de la Sierra de Tramuntana. © El Playólogo/Maremecum