Las diez mejores playas del Cap de Creus. Costa Brava Norte

Cataluña
Girona
PLAYAS

Playas recomendadas para familias:

1- Playa de Roses: el playalandia con el que sueñan los niños (y los padres).

 

Playa de Roses, Girona

 Si tuvieras que diseñar una playa para familias con niños pequeños... ¿no te gustaría que fuese de arena blanca y fina, con muy poco oleaje y poca pendiente, y muy segura y protegida del viento?. Y, además, que tuviera muy fácil acceso y todos los servicios. ¡Pues claro que sí! Pero... ¿a que no serías capaz de imaginar una que tuviera hasta un club infantil en la arena donde dejar a los niños en manos de auténticos profesionales? Pues sí. ¡Existe! El playalandia de ensueño está en Roses, donde podrás "abandonar" a tus hijos con plena confianza mientras se olvidan de ti jugando con los hinchables, haciendo talleres de manualidades, teatro, títeres, música, fiestas de la espuma... y todo en un recinto cerrado y controlado por monitores expertos, para que tú (esta vez sí) te puedas relajar en la playa, en el chiringuito o yendo de compras. Aunque lo parezca, no es una quimera. ¡Es verdad! La playa de Roses es uno de los 25 destinos de Catalunya que ostenta la marca de especialización en turismo familiar DTF. Así que si sueñas con unas vacaciones de sol y playa para todos (para los peques y también para los mayores) estoy seguro que esta puede ser una muy buena alternativa. Prueba y verás.

2- La playa de Port d’Alguer, Cadaqués: aún más bonita de noche que de día.

 

Playa del Port d'Alguer, Cadaqués, Girona

Hay playas que nacieron con un don, con una genética distinta. Son auténticas damas tanto de día como de noche. Modelos de perfección absoluta a plena luz del día y también bajo el brillo de la Luna. Embotelladas como las buenas esencias y los buenos vinos, en frascos pequeños, para mejorar con el paso del tiempo. La playa de Port d’Alguer es un buen ejemplo. Es el broche divino de Cadaqués, un pueblo que –como el vino– también mejora con los años sin perder su esencia original. Y la culpa –o bendición, según se mire– la tiene la preciosa iglesia de Santa María, que se asoma y destaca entre las casas como si del párroco entre un grupo de niños curiosos se tratara. Pero no es solo fachada: en su corazón esconde uno de los retablos más importantes de Catalunya, uno de los pocos que sobrevivieron a la Guerra Civil. Acércate cualquier día de estos y pasa. Seas o no feligrés emociona. Te lo aseguro. Sobre todo al pensar que tuvieron que levantar un tabique para proteger el altar cuando la iglesia se usó como calabozo. Esta casa de Dios también lo fue de los presos... es curioso, ¿verdad? ¡Una iglesia reconvertida en cárcel! Se tuvo que trabajar también en los días del Señor para volver a levantarla después de que el pirata Barbarroja la arrasara en 1543.

Y tú me dirás: ¿y de la playa qué? Pues que será lo de menos cuando estés aquí con los niños, aunque sea una de las playas más familiares y céntricas de Cadaqués, donde se concentran todos los menuts aprovechando la calma de sus aguas, la duchita y su excelente ubicación. Aunque para llegar hasta aquí hay que hacerlo paseando, para ir deleitándose con las vistas de este pueblo de postal que además de todo lo demás, tiene playa.

Playas recomendadas para senderistas:

3- La playa de los robinsones: isla de Portlligat. Cadaqués.

 

Playa de la isla de Portlligat, Cadaqués, Girona.

Esta es una de esas playas que me han dejado marcado para toda la vida. Aún sigue estando ahí, en mitad de la nada, y aislada de los problemas del mundo. No sé, pero puede que la tenga idealizada. Será por tantos recuerdos vividos... Porque aquí pasé los veranos de mi niñez. Veníamos todos los años a Cadaqués, a pasar un mes. Un mes que para mi duraba un instante sumergido en esa deliciosa indolencia propia de la edad; yendo de cala en cala, remando con nuestra barquita, pescando, nadando y saltando de roca en roca en busca del más leve indicio de vida submarina. Adoraba navegar, pero lo que más me gustaba era venir hasta la playa del Passatge y cruzar hasta el otro lado, medio caminando y medio nadando, como en el Pas de Trucadors, entre la isla de Formentera y Espalmador. A pesar de los colonos, de los hippies y de los especuladores, la Illa de Portlligat sigue siendo para mi como la Isla de Nunca Jamás, una porción de paraíso salvaje aún por explorar con tres perlas preciosas de arena blanca y pura. Son tres playitas perfectas para entregarse a la meditación, al relax y a la buena vida. Al dolce far niente, vamos.

4- La playa más codiciada por los pescadores: Cala Prona. Mar d’Amunt.

 

Cala Prona, Cap de Creus, Girona.

Cala Prona es famosa por sus tesoros, la más deseada del Cap de Creus. Posee cualidades únicas, muy valoradas entre los navegantes y, sobre todo, entre los pescadores. Tanto es así que el preciado botín es más antiguo que la lotería y lleva siglos sorteándose. El premio gordo son los bonitos, las sardinas y tantos otros frutos del mar que aquí se pescan al menos cinco veces más que en otros caladeros del cabo. La bendición viene de la mano de su orientación y de las corrientes, que arrastran el plancton y otros nutrientes hasta el fondo de esta playa. Cala Prona es el maná, tanto para los peces como para los pescadores que hayan sido agraciados con “el gordo”. Hace siglos se ocupaban del sorteo los monjes de Sant Pere de Rodes, pero ahora son las cofradías las que hacen girar el bombo una vez al año. El premio para los que vamos por tierra no está en la meta, sino en el camino, largo y duro para el cuerpo (más de 4 km a pie) pero placentero para la mente y el espíritu. Al final siempre toca: chapuzón y refugio, el mismo que se comparte con los pescadores. ¿Probamos suerte?

Playas para parejas bien avenidas.

5- La playa donde primero sale el sol: Cala Jugadora.

Cala Jugadora, Cap de Creus, Girona.

     Te presento mi pequeño tesoro de aguas turquesas y arena nacarada. Las descubrí cuando venía caminando por el Camí Vell del faro. Me asomé y allí estaban, arropadas por los enebros, protegidas del viento y vigiladas por la gran roca roja y el faro. Son las playas de Cala Jugadora, donde primero nace el sol y donde primero sale la luna. Un paraje amable y risueño, ajeno al paisaje desolado, funesto y castigado por el viento que fuiste observando desde la ventanilla del coche y que tanta angustia produce. Desde aquí tienes a tiro de piedra ese pedazo de roca descarnada por el viento donde se aferra el faro del Cap de Creus, esculpido por ese prodigioso cincel que lo mismo talla piedras que peina hojas. Adoro culminar la tarde en el bar del doctor Chris Little, que se vino de su Inglaterra natal para montar un restaurante en un cuartel de la Guardia Civil abandonado junto al faro del Cap de Creus. Hoy es la Meca del día de Año Nuevo y el templo ideal para despedir al Astro Rey escuchando músicas de otros mundos y tomándose un genuino wischy escocés.

6- La playa de las envidias: Cala Guillola.

 

Playa de Cala Guillola, Girona.

     Siempre he dicho que la playa de Cala Guillola es el centro de las envidias. Y no solo porque sea el lugar donde los sueños y los dineros van al por mayor, sino porque aquí se ha venido practicando el arte de pesca a l’encesa (al candil) desde tiempos inmemoriables. A quien se le asignaba esta playa para poder faenar aquí era como si te tocase la lotería. Pero hoy son los chalets y sus multimillonarios propietarios (algunos de magnates del petróleo) los que más codicia desatan. Y ahora déjame que te cuente cómo es eso de pescar con un candil. Según cuenta la leyenda, hace mucho tiempo que un velero se incendió en mitad de la noche. Los pescadores que estaban cercando se aproximaron para salvar a los tripulantes y así fue como vieron que el barco estaba rodeado por miles de anchoas y sardinas. Desde aquel día dedujeron que la luz intensa atraía al pescado azul y comenzaron a faenar teniendo una hoguera encendida en el fester, un tipo de cesto metálico que se llevaba en los barcos.

     Y ahora qué, ¿nos vamos a la playa? Esta sí que es de todos (aunque no lo parezca). De grava, insultantemente hermosa, llena de vida submarina y ajena al turismo de masas.

Playas para esconderse del mundo.

7- El rincón secreto de Dalí. La playa de El Gran Masturbador. Cala Cullaró.

 

Cala Cullaró, Cap de Creus, Girona.

    Si Dalí levantara la cabeza estaría orgulloso de ver como se ha devuelto la vida a sus magistrales escenarios. Quién lo viera ahí sentado, esbozando sobre el pilón de Cala Cullaró... teniendo al frente esta quimera de aguas turquesas y rocas fulgurantes. Estas peñas, las que dicen ser las más antiguas de Catalunya, son también las más excéntricamente esculpidas por el efecto de los vientos y el paso de los siglos. Todo se debe contagiar... pues fueron, también, la fuente de inspiración de alguna de sus obras más extravagantes, como El Gran Masturbador, concluida en el año 1929, treinta y tres años antes de la construcción del Club Med. Dalí pidió al arquitecto Pelayo Martínez que no transgrediera el paisaje, pero no lo logró. Hoy día las escavadoras han logrado que todo haya vuelto a quedar tal cual estaba en la mirada del genio. Cuando vengas paseando por el zoológico de rocas del Pla de Tudela no dudes en parar y darte un baño, aunque te sientas observado por el águila.Tráete "cangrejeras" y gafas de buceo, porque aquí playa hay poca, pero vida y paisajes submarinos, ¡pa rabiar!.

8- ¡Abra cadabra, pata de cabra! Playas sacadas de la manga: En Gandalla, Salt del Mosso...

Playa de En Gandalla, Girona.

 

     Es una pena que una de mis calitas preferidas a este lado del Cap de Creus reciba un nombre tan poco honroso. A la playa de En Gandalla yo mejor la llamaría la niña de mis hojos, mi rincón soñado, le petit paradís... porque de vagamundos harapiento no tiene nada. Soy de la opinión que para disfutar del mar y del verano mediterráneamente no hace falta gran cosa. Basta una toalla vieja, un bocata de fuet y una botella de agua fresquita, por eso me gustan tanto estas dos diminutas calitas, la de En Gandalla y la vecina, la playa del Pi o Salt del Mosso. Porque son lugares muy humildes que casi nadie conoce, con espacio para tres o cuatro adoradores del sol como tú y como yo; pequeños reductos alejados del mundo que están esperando ser declarados tu república independiente. Me comprenderás cuando vengas caminando por este sendero –bucólico como ninguno– entre la mar y el cielo; cuando los árboles, las flores, las olas y la brisa del mar te saluden al pasar reflejando en tu cara los destellos de plata y oro de cada atardecer. Es mi cajita de sorpresas, donde las playas pueden aparecer o desaparecer como por arte de magia. Es por las corrientes, no por la chistera ;-)

Playas recomendadas para patrones disfrutones.

9- Playa de La Pelosa: paella on board.

 

Playa de La Pelosa, Girona
    

     Quien tenga o haya disfrutado de un barco lo sabe: no hay nada más placentero que hacer el vermut fondeado antes de que te traigan la paella a bordo. Si hay algo que justifique la importante inversión económica de tener un barco es esto, este placer inconmensurable, esta auténtica gozada. Por eso me gusta tanto la playa de La Pelosa, porque además de poder pasear por la orilla descalzo sintiendo la finura de la arena y los rayos de sol del final de la tarde te puedes amarrar a una de sus boyas y solicitar por radio que te agasajen. Es el chiringuito de Juan e Isabel, que llevan años dando gusto al benerable, venga por tierra, mar o aire. Como aquella vez que vino la familia de Urdangarín, o cuando Ferràn Adrià se plantó aquí de sopetón para degustar los platos más populares de la gastronomía tradicional mediterránea. En Cala Jóncols también sirven a bordo (pero ya no es lo mismo). 

10- Como cantos de sirena para el navegante: Galera, Talabre y otras delicias del mar.  

 

Playa de Cala Galera, Girona

     No hacen falta más que 5 o 6 m de eslora para rozar el cielo con la punta de los dedos. Todo lo demas es vicio, falsas necesidades. Una barca, un llaüt, un pequeño velero... todo vale para sentirse como el Capitán Nemo. El Cap de Creus está repleto de rincones como estos, hechos a medida para llegar, largar cadena y dejarse mecer por el Mediterráneo, ya que la mayor parte de su costa es de acceso difícil por tierra (que no imposible). Una buena muestra de ello son estas dos calas, Galera y Talabre, que tienen más de 6 km de camino (de ese que solo se hace al andar). De no tener barco te recomiendo que pruebes el kayak, un deporte muy placentero que aquí se disfruta de sobremanera. Puedes alquilar uno y comenzar a palear desde Portlligat o desde el Port de la Selva y lanzarte a descubrir una de las porciones de costa más singlares de la Península Ibérica. Pero no te fies. Estate atento al parte meteorológico, que estas costas azotadas por la tramontana son como cantos de sirena para el navegante.